Más de 1,8 millones de personas con movilidad reducida (74%) precisan de ayuda para salir de sus casas y alrededor de 100.000 personas (un 4%) que no disponen de esta ayuda no lo hace nunca. Esta es una de las principales conclusiones del estudio ‘Movilidad reducida y accesibilidad en el edificio’ elaborado por la Fundación Mutua de Propietarios en colaboración con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE) con el objetivo de conocer la situación en la que viven los 2,5 millones de personas que tienen movilidad reducida en España.
De acuerdo con el informe, un 43% de este grupo social pasa muchos días sin salir de casa, siendo uno de los principales motivos la falta de accesibilidad del inmueble en el que residen. De hecho, el 33% considera que si su edificio estuviera más adaptado a sus necesidades saldría con más frecuencia de casa, un porcentaje que se duplica en el caso del 18% de las personas con movilidad reducida que residen en edificios sin ascensor.
“En ocasiones, el hogar se convierte en una cárcel para las personas con movilidad reducida dada la dificultad para poder entrar o salir, encontrándonos con personas que se encuentran prisioneras en su propia casa por la falta de accesibilidad en su propio edificio”, afirma la directora de la Fundación Mutua de Propietarios, Laura López Demarbre.
Por su parte, el presidente de COCEMFE, Anxo Queiruga, hace hincapié en que “es imprescindible que las personas con discapacidad seamos autónomas para que podamos participar en igualdad de condiciones y ejercer nuestro derecho a la educación, al empleo o al ocio”.
El estudio desvela que un 60% de los encuestados tienen problemas de movilidad sin ser usuarias de silla de ruedas, bien porque utilizan algún tipo de sistema de apoyo (muletas, bastón, andador…) o simplemente porque tienen una deambulación de forma inestable; y que el 38 % utiliza silla de ruedas manual o eléctrica. “La importancia de este dato radica en que, si la persona propietaria es usuaria de silla de ruedas, la necesidad se detecta de una forma más clara. Sin embargo, nos encontramos con personas mayores o personas con discapacidad orgánica que no pueden bajar las escaleras, ante la negativa de las comunidades de vecinos/as que no detectan la necesidad inmediata”, explica Queiruga.
La normativa vigente atribuye a las comunidades de propietarios la responsabilidad de garantizar la accesibilidad en el edificio. En este punto, el estudio detecta que las comunidades con mayor número de vecinos son los que, en menor medida, han realizado acciones en favor de la accesibilidad, “poniendo de manifiesto la complejidad que representa solicitar ayudas en edificios con un número elevado de vecinos, donde influye la negociación y la corresponsabilidad de un número importante de personas que no siempre están sensibilizadas con los problemas de movilidad reducida”, afirma López Demarbre.
Por este motivo, la Fundación Mutua de Propietarios y COCEMFE reclaman la creación de un Fondo Estatal por la Accesibilidad Universal, haciendo hincapié en que “es imprescindible que se establezcan ayudas específicas para todas las comunidades vecinales que deban afrontar obras de accesibilidad para garantizar el derecho a una vida independiente”.
Y es que, de acuerdo con un estudio anterior de la Fundación Mutua de Propietarios, sólo un 0,6% de los 9,8 millones de los edificios de viviendas2 en España cumplen los criterios de accesibilidad universal para personas con movilidad reducida o discapacidad, a pesar de que en 2017 finalizó el plazo para que las comunidades de propietarios cumpliesen con los requisitos de accesibilidad universal incluidos en la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad.
Según el informe “Movilidad reducida y accesibilidad en el edificio”, las limitaciones de movilidad derivan, principalmente, en una dificultad para desplazarse dentro y fuera de casa, y por este motivo, las carencias en materia de accesibilidad de los inmuebles han propiciado que un 22% de las personas con movilidad reducida haya tenido que cambiar alguna vez de domicilio por este motivo.
Escaleras y portal son los espacios de los edificios que producen mayores limitaciones a las personas con movilidad reducida. En concreto, las escaleras provocan que el 78% de estas personas no puedan moverse de manera libre, seguidas del acceso a la calle al portal (39%), o el mismo portal (39%), que también representa una barrera dentro del edificio. Además, las principales mejoras que se harían en el edificio son la instalación de un ascensor, entre quienes no tienen, y puertas automáticas.
Para tratar de solventar esta situación, los principales recursos utilizados por las personas con movilidad reducida son la ayuda de familiares y amigos (73%). Asimismo, un 22% cuenta con personal profesional de apoyo y un 22% recibe ayudas económicas, siendo destacable que un 7% asegura que no dispone de apoyo.
Asimismo, las nuevas tecnologías también están jugando un papel positivo en la realización de las tareas habituales: un 50% asegura que las utiliza para sus gestiones y un 19% para realizar compras por internet. No obstante, se percibe en el estudio una brecha digital que afecta a los mayores de 60 años y a quienes viven en zonas geográficas con servicios digitales menos desarrollados.
El estudio ’Movilidad reducida y accesibilidad en el edificio’ establece una clara relación entre la falta de autonomía y el estado de ánimo. En concreto, el estudio afirma que un 60% de las personas con movilidad reducida se sienten mal con ellas mismas, una percepción más acentuada entre las personas mayores de 70 años quienes, además, son las que en mayor medida afirman quedarse muchos días sin salir de casa.
En términos de ayudas económicas a la accesibilidad, solo un 12% de los edificios que cuentan con personas con movilidad reducida manifiestan haber recibido alguna ayuda para mejorar su accesibilidad. Sin embargo, un 28% de las consultados asegura haber pedido a la comunidad de propietarios alguna adaptación, de las cuales, se han atendido poco más de la mitad. Además, el estudio señala también que, pese a poder ser las que más lo necesiten, las personas mayores son las que en menor medida solicitan estas adaptaciones en sus edificios.
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